La campaña de las elecciones generales en Canadá está entrando en su fase decisiva y, tal y como señalaban los expertos una vez superado el fin de semana largo del Labour Day, ha subido la temperatura de la contienda. Está es una semana clave, pues esta noche se celebra el debate en inglés, el único de la campaña en la lengua de la mayoría de canadienses y ayer vivimos el segundo de los debates en francés. En esta entrega dejamos a un lado el análisis de los partidos y nos fijamos en los temas que han copado la discusión política en los últimos días. Una semana marcada por la tensión y las recogidas de cable.
Las armas entran en campaña
El líder de los Conservadores, Erin O'Toole había gestionado bien los temas que desde las filas Liberales habían planteado para truncar su crecimiento. Hasta que las armas de fuego han entrado en campaña y le han obligado a escenificar (dicho esto con toda la intención) un cambio de posición con respecto a las armas de asalto. Antes de entrar en detalles, será mejor que hagamos un repaso a la relación de Canadá con las armas de fuego. Primero de todo hay que señalar que de nada vale compararse con Estados Unidos. Cualquier país sale bien parado frente a un lugar donde las armas de fuego se han politizado hasta el extremo y no importa cuántas muertes se produzcan que siempre habrá alguien dispuesto a agitar la constitución para defender su derecho a portar (casi) todo tipo de armas. Aún así, es inevitable que desde Estados Unidos se mire a Canadá en busca de soluciones para sus problemas y también que desde el país de la hoja de arce algunos grupos de interés copien la retórica armas= libertad tan extendida al sur de la frontera. Canadá es uno de los países occidentales con más armas de fuego per cápita (el líder de la tabla ya sabéis quién es) con 36 armas cada 100 habitantes. Aún así, el sistema funciona relativamente bien. Hay que obtener una licencia que otorga la RCMP (la Policía Montada de Canadá), acudir a un curso sobre seguridad y armas, y esperar una medía de 28 días antes de poder comprar un arma. La idea de fondo es que quizá sea mejor que quien quiera un arma urgentemente, quizá no debería tenerla. Este proceso no es un mero formalismo. En 2019, por ejemplo, 4.000 licencias fueron denegadas o revocadas. Además, no hay protección constitucional al derecho a portar armas. Esto dificulta que se extienda la visión estilo estadounidense y se lo pone más difícil a los grupos de presión. Hace también que gran parte de la población lo entienda como un privilegio y no como un derecho.
Esto no significa que no haya problemas. Ciertos ataques con armas de fuego han quedado grabados en la memoria colectiva canadiense y han moldeado el control de armas en el país. En 1989, Marc Lepine entró en un aula de la Escuela Politécnica de Montreal y mató a 14 mujeres antes de quitarse la vida. Lepine decía estar luchando contra el feminismo. El ataque conmocionó al país y desde entonces, en la fecha del atentado (6 de diciembre) se conmemora el Día nacional de recuerdo y acción contra la violencia hacia la mujer. En 2017, Alexandre Bissonnette, un estudiante universitario que se había radicalizado en la red, abrió fuego en una mezquita de la ciudad de Quebec, matando a seis personas e hiriendo a otras ocho.Bissonette fue condenado a cadena perpetua. Y llegamos a 2020, a la masacre que nos acerca al debate que ahora se vive en campaña. En un lapso de 13 horas, Gabriel Wortman acabó con la vida de 22 personas. Se había disfrazado con un uniforme de la policía y conducía un coche que era una réplica idéntica de los vehículos policiales. Wortman murió en un enfrentamiento con la Policía Montada.
Ese ataque llevó al gobierno de Trudeau a recuperar una promesa de la campaña de 2019, la prohibición de 1500 modelos de armas de asalto. Y sí, después de todo esto, llegamos a la campaña actual. El programa de los Conservadores prometía derogar esta prohibición. Los Liberales vieron clara la oportunidad y pusieron el control de armas en el centro de la campaña y airearon los vínculos del jefe de campaña de los Conservadores, Fred Delorey, con la National Firearms Association. Delorey, se registró como lobbysta para este grupo.
La tormenta mediática ha obligado al líder conservador a dar marcha atrás y ha añadido una nota al píe a su programa electoral diciendo que todas las armas actualmente prohibidas seguirán prohibidas. Lo que no queda claro es cómo. O'Toole sigue diciendo que derogará la normativa de 2020 y que una comisión reevaluará el sistema de clasificación de estas armas. Con este movimiento, O’Toole parece haber conseguido apagar la polémica, pero es muy posible que el tema aparezca esta noche en el debate. El tema preocupa, un 47% de los canadienses creen que la violencia con armas de fuego es una amenaza para sus comunidades. Los números parecen respaldar esa preocupación. Desde el año 2009, los delitos con armas de fuego han aumentado un 81%. Además, 1 de cada 3 homicidios está relacionado con las armas de fuego. Dicho esto, y partiendo de la base de que hay pocas excusas para tener una Ruger Mini o una Beretta Cx4 Storm, no puede atribuirse exclusivamente a las armas de asalto el incremento de los delitos relacionados con las armas de fuego. Es cierto que han dejado ataques horrorosos y víctimas inocentes, pero el incremento continuado de los delitos por armas de fuego tiene más que ver con otro tipo de violencias y de armas. Es importante que el debate no se centre en las efectistas armas de asalto y se abra a las más cotidianas armas cortas. Las bandas preocupan en algunas de las grandes ciudades canadienses y hay marcadas diferencias en lo referente a cómo combatirlas, desde quienes plantean contratar más policías a quienes consideran que hay que replantearse los modelos.
Los Liberales se quedan sin candidato en Kitchener Centre
Trudeau también ha tenido que cambiar de posición esta semana, concretamente en lo referente a su candidato en el distrito de Kitchener Centre. Ha sido el colofón a una gestión incomprensiblemente torpe e inaceptablemente lenta a un problema cuyas consecuencias eran absolutamente predecibles. Como contábamos en anteriores ediciones, sobre el candidato Raj Saini pesaban acusaciones de comportamiento inapropiado hacía mujeres de su staff. Acusaciones previas a las elecciones que saltaron a la palestra tras varias investigaciones periodísticas. Trudeau se puso de lado del candidato pero resultaba evidente que la situación era insostenible. Finalmente Saini anunciaba que ponía fin a su campaña. Pero no se ha acabado ahí la polémica. El nombre de Saini seguirá en la papeleta puesto que es demasiado tarde para que los candidatos se retiren. Aunque es improbable, Saini todavía podría entrar en el Parlamento. Eso sí, Trudeau ya ha dicho que en ese caso, no formaría parte del caucus Liberal.
Todo esto vuelve a cuestionar la imagen de Trudeau. Y es algo que parece que se repite en los últimos tiempos, con el primer ministro y su equipo teniendo graves fallos de lectura y no siendo capaces de evitar problemas fáciles de prever. En el caso de Kitchener Centre, Trudeau y los suyos pierden un escaño, sin poder competir, en unas elecciones que se presentan muy ajustadas. Y como apuntaban con mucho tino desde el diario local, The Record, el Partido Liberal ha hecho un flaco favor a los votantes, que ni tienen información clara de lo que ha pasado, ni podrán elegir entre todas las opciones.
Siguen las concentraciones anti-Trudeau (y anti muchas cosas)
Las concentraciones en contra del primer ministro y líder liberal, Justin Trudeau, están siendo uno de los grandes temas de campaña. Desde que le hicieran suspender uno de sus actos de campaña, los manifestantes han ido aumentando su nivel de agresividad. Esta misma semana han llegado a lanzarle gravilla, nada grave (podríamos seguir con el chiste) pero un indicador de cómo la tensión no se relaja. Hay dos cosas que sí han cambiado en estas semanas.Por un lado, Trudeau ha endurecido su tono. Empezó siendo paternalista, hablando de “frustración” y “sufrimiento” pero según han avanzado las semanas, parece ser más consciente de lo que tiene enfrente. Esta semana ha llegado a calificar a los manifestantes de “turba de antivacunas” y ha señalado que no dejará que decidan cómo hacer frente a la pandemia. Lo otro que ha cambiado es que cada vez es más obvio que un porcentaje importante de manifestantes es seguidor del People 's Party de Maxime Bernier. Era algo bastante evidente pero ahora ya van directamente ataviados con carteles y camisetas de formación extraparlamentaria.
La condena de estos hechos ha sido unánime. Pero las interpretaciones sobre quién está detrás y qué impacto pueden tener en las elecciones son variadas. A este respecto, es interesante traer aquí el intercambio tuitero entre el periodista conservador Andrew Coyne y Gerald Butts,exconsejero principal de Justin Trudeau. Coyne había calificado a los manifestantes de hillbillies (algo así como paletos), mientras que Butts defiende que son mucho más que eso y que dicen mucho del estado del movimiento conservador en Canadá. La refriega terminó en intercambio de zascas pero es un buen ejemplo de cómo se están interpretando estas manifestaciones. De cualquier manera, es innegable que el tono de la campaña del Partido Conservador dista mucho del de los manifestantes (en la prensa llaman mucho la atención los improperios con los que reciben a Trudeau en un país que se vanagloria de su buena educación) que parecen más cercanos al estilo trumpista del People’s Party. Y por otro lado, Trudeau no sale mal parado cuando tiene enfrente una turba grotesca.
Noche de debate
Esta noche tiene lugar el tercer debate de la campaña, el primero y único en inglés. Una noche clave para el devenir de los comicios del que mañana daremos cuenta en una edición exprés de este boletín. Esto será ya café para los muy cafeteros. O sirope para los muy ¿siroperos?
Además, mientras escribo estas líneas veo que la prensa de habla hispana se hace eco de esta noticia sobre la quema de 4.700 libros por parte de la comisión escolar de Providence, Ontario. El tema merece una amplia reflexión y no sería adecuado despacharlo ahora en unas pocas líneas. No está de más, eso sí, señalar que Canadá no ha quemado nada, y que el recurso literario de la sinécdoque no se lleva bien con el buen periodismo. Y no creo que sea culpa del corresponsal. Trataremos el tema más adelante.
Gracias por llegar hasta aquí
En los próximos días la cobertura se pondrá más intensa así que si no quieres perderte nada, suscríbete. Y compártelo con quien creas que puede estar interesado.